como en los cuentos

El problema de las personas que leemos muchas novelas es que después vamos por la vida como transitando en una de ellas. Como si viviéramos con el ritmo de los personajes de nuestros libros. No sé explicarlo, pero supongo que para quienes me entienden estará bastante claro. Si es que a alguien le pasa, y sino, no pasa nada.

Y esperamos que pasen cosas que en la vida real generalmente no pasan. Pero como generalmente no suceden esas cosas, siempre hay una parte de nosotros que sigue creyendo que pueden pasar. Y algunos nos aferramos demasiado a esa ínfima parte. El problema no es ese, el problema no está en creer o en confiar. El problema no está en que una vez confíes y te equivoques, el problema no está en que pienses que puede pasar algo y apuestes todo a eso y al final lo pierdas todo, todo. No. Nada de eso... El problema está en cómo nos levantamos de cada una de esas caídas: siempre un poquito más rotos.

Nos arreglamos y seguimos. Pero hay algunos que nos caemos demasiado seguido, que no terminamos de levantarnos que ya otra vez estamos confiando en algo que nos va a hacer tropezar y rompernos un poquito más, incluso sabiendo eso. Algunas veces, como los niños, nos lastimamos donde todavía no nos habíamos curado. Y ahí sí tenemos un problema: las heridas que arrastramos.

Algunos de esos golpes generan eso: heridas que no saben bien cómo curarse o que parecen curadas y que al primer rasguño se rompen y duelen más, mucho más que antes. Heridas por las que termina pagando quien no tuvo nada que ver.

Confiar es sano, es bueno, es un acto de amor, de entrega. Pero hay algunos que confiamos demasiado, que no nos cansamos, pero que vamos por la vida como con retazos.

Sin embargo, nada podemos hacer contra esa costumbre de andar por la vida como por un cuento, confiando una y mil veces, y cada vez con más ganas, y cada vez con más fuerzas. Muchas veces he pensado por qué, por qué una, cien y mil veces elijo confiar... No lo sé. Incluso habiéndome arrepentido muchas veces de haberlo hecho. Aún así, siempre sigo eligiendo confiar, elijo intentar, aunque sea inconscientemente. Porque en los cuentos, al final, la confianza se deposita donde tiene que ir, y ya no duele más, y todo tiene sentido.

Supongo que para algunos será un poco arriesgado, un poco tonto de mi parte. Puede ser. Probablemente. En mi defensa, rescato algunas cosas. Puedo decir que sé qué se siente elegir lo que siento que quiero. Puedo hablar horas de las veces que elegí mal, de las veces que confié en quien no lo merecía. Horas. Sin embargo, prefiero poder hacerlo. Elijo poder contar las mil veces que me equivoqué por confiar. Y espero no tener que hablar ni un minuto de las pocas veces que me asusté y salí corriendo de antemano, porque de esas, lo único que puedo decir, es que me arrepentí.

Así que aunque me salga caro, creo que elijo seguir confiando. Al menos por un tiempo más.


Imagen de book, girl, and library