Seguirán volviendo



Muchas veces hablamos de cómo somos cuando estamos tristes. De cómo transitamos los momentos no tan lindos. Muchas veces opinamos, incluso, de qué hacen los otros cuando están tristes y hasta nos animamos a decir qué nos parece que deberían hacer, sí... suena raro, pero damos nuestra opinión sobre eso, también. Como si de algo importara, como si alguien nos la estuviera pidiendo o como si puediéramos ayudar a que el otro transite mejor su momento de tristeza. Así somos.

Están los que hacen treinta actividades por hora, los que se encierran a llorar, los que escuchan música o leen. Los que producen y los que no quieren siquiera comer. Están los otros, esos que se empachan con chocolates y películas o los que terminan tomando todo lo que a su paso se cruza. Están los que convocan una reunión de amigos urgente y los que prefieren no ver ni una sombra. Están los que lloran y se miran al espejo (estamos) y los que no mueven la cara de la almohada. Están también los que no lloran. Los que hablan de lo que pasó todo el tiempo y los que prefieren el silencio total, completo... Ese que ya casi no existe.

Estamos, estuvimos y estaremos, todos. Desde el principio de los tiempos la tristeza aparece, los duelos existen y nos atraviesan a todos, más o menos seguido, antes o después, profundos o más livianos, trágicos o no tanto, pero son y seguirán siendo parte inevitable de la vida.

Me ha pasado, y no creo ser la única, de no querer siquiera acordarme de aquellos días en los que estaba pasando un duelo, en los que lloraba todo el tiempo y me costaba comer... Sí, soy de esas. Y me pasa incluso hoy, me da entre pereza y rechazo recordarme triste. A veces veo fotos de esos días y pienso cuán triste estaba y cuánto trataba de esconderlo para la foto y para la vida, porque también soy de esas. Probablemente muchos que me frecuentaban entonces nunca se imaginaron lo que me pasaba por dentro, u otros tantos sí. Tal vez sí, tal vez algunos entendieron que me alejaba porque necesitaba estar sola y porque había días en los que casi no podía conmigo, mucho menos con los demás. Perdí a muchas personas en esos tiempos, supongo... Por no estar, por faltar, por esconderme, por desaparecer de golpe. Personas que hubiera querido seguir teniendo cerca, pero que no supe cómo hacer para que así fuera... Y a veces me lo reprocho, y aún me duele, pero bueno... Con el tiempo creo haber entendido que "hice lo que pude" como todos en algún momento.

Hoy, a veces, trato de acordarme de esos días de una manera distinta. Ya no elijo pensarlos tan lejanos y prefiero referirme a ellos con menos miedo. No porque los sienta cerca, pero sí porque entiendo que siempre pueden volver. Todos perdimos a personas que queremos mucho, a todos nos dejaron y a todos se nos dificultó por momentos entender la vida, o nuestra vida. Y ¿Saben qué? Aunque a veces no querramos reconocerlo, aunque nuestra elección sea no pensarlo, nos va a volver a pasar, porque la vida es un poco eso. La vida son momentos que pasan, que empiezan y terminan y que nos transcurren, nos calan hondo y cambian, en algún punto, lo que somos.

Y no sé, no tengo idea de qué manera se pasan mejor esos momentos. No sé qué corresponde hacer. No tengo claro qué es más sano y qué nos hace bien. Lo único que aprendí o lo único que me llevo es la importancia de transitarlos, de vivirlos, o de que ellos nos vivan a nosotros. Elegí, casi involuntariamente, estar triste cuando así me siento. Elegí sentir, lo que sea, pero sentirlo. Entendí que evitar los momentos tristes no es más que posponerlos.

Entiendo que soy de un modo tal que no sé serle indiferente a la vida. Soy lo que me pasa y ya no trato de cambiarlo. Soy el llanto cuando me brota en los ojos y soy la risa cuando es inoportuna y atrevida. Soy todo eso y elijo vivir todos y cada uno de esos momentos, de la manera más real posible. Probablmemente no sea la más linda y tampoco la más recomendada por quienes "saben" de esto, pero es la mía y la defiendo, siempre.

Vendrán muchos momentos felices y algunos otros no tanto. Vendrán risas y vendrán llantos... Y probablemente siempre estemos más preparados para esos ataques de risa que terminan en dolor de panza, que para esos llantos que terminan durmiéndonos... Pero ambos son partes igualmente importantes de cada uno, porque también esas tristezas profundan nos hacen lo que somos.

Entonces, seamos felices con mucha fuerza y estemos tristes de la misma manera, con mucha fuerza. Porque total, lo más lindo de todo es que los momentos empiezan y terminan y que la felicidad siempre vuelve, así como la tristeza, que también, siempre vuelve... Y por suerte seguirán volviendo... Porque más allá de lo que sea que nos esté pasando... Mientras nos pasen cosas, estamos vivos y mientras estamos vivos, lo mejor siempre está por venir.